Mi cumpleaños, el día de ayer, fue uno que voy a recordar
por siempre, sin duda alguna. Una de las
personas más importantes de mi vida, desde niño, no estuvo por primera vez,
físicamente, para celebrar conmigo, de hecho, hago memoria y no recuerdo algún momento
trascendente en que ella no estuviera presente.
María Goldolfrina Torales, de cariño “La tía María”, nació en
Itacurubi de las cordilleras, Paraguay, el 13 de enero de 1932 y dejo este
mundo el 4 de febrero de 2013.Su deceso
fue un verdadero ascenso a la gloria celestial, este tiempo en el que nos toca
vivir tiene a sus elegidos, por lo tanto creo firmemente que no hay deshonra en
caer ante él.
Hasta en el final de sus días no dejo de hacer lo que
mejor hacia “enseñar” amo la enseñanza
formo líderes en las oficinas del Ministerio y de numerosas aulas, con la
enseñanza, fruto de su amor por el saber, venció varios obstáculos. Hasta nos dio una gran lección
con su partida, espero no se nos olvide, eso sí que la enojaría.
Es curioso, somos lo que recordamos, pues, incontables
recuerdos, todos buenos tengo de la Tía María, cosa que de seguro no es
frecuente en la vida. ¿Cómo olvidar su persona? Esa persona a la que ves en tus fotos de bautismo,
comunión, colaciones, cumpleaños, en todo, esa característica risa, la forma en
que unía sus manos, ese rostro siempre reflexivo, propio de una persona
centrada y comedida.
“Como olvidar ese semblante en tu rostro Tía María, cuando te pedí que seas mi madrina
de confirmación y posteriormente fuiste con tres personas a buscar en los archivos de
aquella parroquia de tus pagos, el acta de tu bautismo”.
La familia siempre fue el núcleo de su vivir, lo demostró,
sí que lo demostró, doy fe de ello. Pero
claro, ser madre es más que dar a luz un hijo. Ser madre con el corazón que
Dios doto a esta mujer hace que la maternidad inmaculada sea la que realmente corresponda
a su persona, abarca espacios que la sangre no alcanza.
Por todo lo mencionado y aun más ya que unas pocas palabras
no bastan, queda por ultimo elevar mi sana promesa de recordar y celebrar en
vida tu legado con la sobria alegría que siempre te caracterizó Tía María. Lo
mucho que ya te lloramos por lo que te extrañamos, debe ser compensado con lo
mucho que queremos mantener en vida tu enseñanza. De corazón.
Tu sobrino
José Francisco.