viernes, 22 de marzo de 2013

Misiva con destino al cielo


Mi cumpleaños, el día de ayer, fue uno que voy a recordar por siempre, sin duda alguna. Una  de las personas más importantes de mi vida, desde niño, no estuvo por primera vez, físicamente, para celebrar conmigo, de hecho, hago memoria y no recuerdo algún momento trascendente en que ella no estuviera presente.

María Goldolfrina Torales, de cariño “La tía María”, nació en Itacurubi de las cordilleras, Paraguay, el 13 de enero de 1932 y dejo este mundo el 4 de febrero  de 2013.Su deceso fue un verdadero ascenso a la gloria celestial, este tiempo en el que nos toca vivir tiene a sus elegidos, por lo tanto creo firmemente que no hay deshonra en caer ante él.

Hasta en el final de sus días no dejo de hacer lo que mejor  hacia “enseñar” amo la enseñanza formo líderes en las oficinas del Ministerio y de numerosas aulas, con la enseñanza, fruto de su amor por el saber, venció  varios obstáculos. Hasta nos dio una gran lección con su partida, espero no se nos olvide, eso sí que la enojaría.

Es curioso, somos lo que recordamos, pues, incontables recuerdos, todos buenos tengo de la Tía María, cosa que de seguro no es frecuente en la vida. ¿Cómo olvidar su persona? Esa  persona a la que ves en tus fotos de bautismo, comunión, colaciones, cumpleaños, en todo, esa característica risa, la forma en que unía sus manos, ese rostro siempre reflexivo, propio de una persona centrada y comedida.

“Como olvidar ese semblante en tu rostro  Tía María, cuando te pedí que seas mi madrina de confirmación y posteriormente fuiste  con tres personas a buscar en los archivos de aquella parroquia de tus pagos, el acta de tu  bautismo”. 

La familia siempre fue el núcleo de su vivir, lo demostró, sí que lo demostró, doy fe de ello. Pero  claro, ser madre es más que dar a luz un hijo. Ser madre con el corazón que Dios doto a esta mujer hace que la maternidad inmaculada sea la que realmente corresponda a su persona, abarca espacios que la sangre no alcanza.

Por todo lo mencionado y aun más ya que unas pocas palabras no bastan, queda por ultimo elevar mi sana promesa de recordar y celebrar en vida tu legado con la sobria alegría que siempre te caracterizó Tía María. Lo mucho que ya te lloramos por lo que te extrañamos, debe ser compensado con lo mucho que  queremos  mantener en vida tu enseñanza. De corazón.

Tu sobrino

José Francisco.