
Una vez me toco conocer en
un evento TED en Buenos Aires al psicólogo del “Asco” de la Cornell University
de Nueva York, David Pizarro, quien presento una muy interesante tesis “La
extraña política del asco” donde demuestra
la correlación entre la sensibilidad a las cosas asquerosas y nuestras decisiones cotidianas.
Sin el asco nuestra especie humana
no hubiera sobrevivido ya que tenemos instintos tan débiles para detectar
alimentos venenosos y expulsarlos rápidamente a diferencia de otros animales
que tan solo con el olfato les basta para repudiar y evitar la ingestión.
Eso sí, el nivel de
tolerancia varia en el humano según el ambiente en que se desarrolla, esto también
se aplica en otras especies y es el TABÚ que tenemos que analizar. No va a ser
el mismo nivel de tolerancia de aquel joven que se crió en el bañado sur con
apenas dos dólares al día y un
universitario que reside en un barrio residencial. Dato a tener en cuenta para
hacer un análisis macro a nivel sociedad en general y no solo sectorialmente.
En Paraguay nos criamos en
un vertedero de corrupción y fuimos pocos los privilegiados en acceder a cierto
nivel de formación académica para tener
olfato contra la corrupción. Por lo tanto otra forma de formularme la pregunta sería
¿qué da más asco, la fruta podrida o el vomito? Por lo que respondo, la
impunidad.
Toda organización es susceptible,
puede caer ante la corrupción, desde la iglesia, el estado, ONGs, la FIFA, etc.
pero lo aberrante para mi seria que dicha estructura no posea la capacidad para
expulsar lo contaminado.
Obs: La foto es de David Vetter,el niño alérgico que debia estar aislado del medio ambiente casi en su totalidad.
Obs: La foto es de David Vetter,el niño alérgico que debia estar aislado del medio ambiente casi en su totalidad.
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